"Sólo el tiempo nos permitirá extraer algunas conclusiones porque los movimientos revolucionarios no producen cambios inmediatos sino que éstos tienen lugar de manera paulatina aunque, a veces, parezca que no."
¿Qué lleva a alguien a inmolarse en la calle? ¿Qué situación extrema incita a un joven a quemarse vivo y a sus conciudadanos a manifestarse para exigir que los gobernantes se marchen? ¿Por qué los habitantes de diferentes países se levantan de forma casi simultánea para exigir sus derechos, dando lugar al llamado «despertar árabe», un fenómeno tan inesperado como trascendente? ¿Qué impulsó a árabes y magrebíes, tras décadas de opresión y sufrimiento, a perder el miedo y gritar Kefaya, «basta ya»? ¿Por qué la comunidad internacional no reacciona de manera inmediata para apoyar a estas poblaciones? ¿Qué futuro se perfila para estos países y sus nuevos gobiernos? Estas y otras preguntas encuentran eco y reflexión en el libro El despertar árabe, ¿sueño o pesadilla?, que revisa los antecedentes históricos, los acontecimientos inmediatos y las causas que originaron la gran contestación social de 2011 en el norte de África y Oriente Próximo y provocaron la huida de los presidentes de Egipto y Túnez, las guerras civiles de Libia y Siria, los tímidos cambios constitucionales de Marruecos y Jordania y las manifestaciones violentamente sofocadas en Bahrein y Yemen, entre otros.
P. En el título se ha evitado el término "primavera", ¿por qué?
R. La serie de levantamientos que tuvieron lugar en 2011, lejos de suponer una revolución con resultado de cambio, sólo fueron la manifestación de una toma de conciencia, de un "despertar" social, la puesta en marcha de una serie de reivindicaciones que todavía no han fructificado.
P. Muchos autores han analizado las causas de este despertar. Cuáles son, según usted.
R. Las causas son múltiples y de muy variada índole: económica, política, social, etc. Por mencionar algunas, destacaría el deterioro de la situación económica ya pésima en su origen, las grandes diferencias sociales, las largas dictaduras y la opresión, la falta de libertades y derechos, etc.
P. ¿Cómo valora usted la influencia de Internet en el origen de estas revoluciones?
R. Ha sido un instrumento muy útil para las convocatorias y para dar a conocer al mundo exterior lo que estaba sucediendo cuando los canales oficiales no lo permitían.
P. A su modo de ver, ¿era previsible la distinta evolución de las revueltas en los diferentes países?
R. Absolutamente. No es que fuera previsible sino que era inevitable que se produjeran avances y retrocesos y que los ajustes resultaran muy complicados, por los condicionantes propios de cada país y cada sociedad.
P. ¿Cómo valora el papel adoptado por Europa?
R. Prudente y expectante. La sorpresa paralizó a los dirigentes muy enfrascados en su propia crisis económica. Los europeos somos muy conscientes de que, gran parte de los problemas que han originado estos movimientos sociales derivan de la nefasta intervención de las antiguas potencias coloniales.
P. ¿Y el de Estados Unidos?
R. Titubeante. Tiene demasiados intereses y muy antagónicos. Sabe que si no actúa con extremo cuidado la situación puede complicarse aún más. Para muestra, el caso de las armas químicas de Siria que creó grandes expectativas de intervención y ayuda a los rebeldes y, al final se ha diluido en una maniobra política muy torpe.
P. ¿Qué esperaban (y esperan) los ciudadanos de estos países de la comunidad internacional (gobiernos y sociedad civil)?
R. Es difícil decirlo pero, creo que hay un gran resquemor. Son muy conscientes de la manipulación de la que han sido objeto y del apoyo que desde occidente se ha dado a los gobiernos dictato