Bajo el título "La luz de sincrotrón" y basada en el libro " La luz de sincrotrón. Descubrir la estructura de la materia", del divulgador científico Sebastián Grinschpun, anoche se celebró la tercera conferencia del ciclo "Divulgar en la calle", organizado por la Universitat Autònoma de Barcelona y la librería Documenta, que se está desarrollando desde enero hasta junio en el espacio UNE de la citada librería. Con este motivo, hablamos con el científico en esta entrevista.
P. Cuando en 2010 se instaló el sincrotrón Alba en Cerdanyola del Vallès junto al campus de la Universitat Autònoma de Barcelona se habló mucho de esta máquina. Recuérdenos, ¿qué es y para qué sirve?
R. Un sincrotrón es una fábrica de luz, una luz con características muy especiales que la convierten en una herramienta muy útil para investigar el interior de la materia. Primero esa luz se tiene que crear, se tiene que "encender la bombilla", y para eso hace falta un acelerador de partículas. Luego esa luz se tiene que usar, y para eso existen las diferentes líneas de luz donde se hacen los experimentos. Al final lo que tenemos es una infraestructura de primer nivel para la investigación científica. Para entender las cosas que nos rodean y nos pasan, y también para innovar y desarrollar nuevos productos muchas veces hace falta estudiar el detalle más íntimo de la materia. Para eso sirve un sincrotrón.
P. Leemos en el prólogo que este libro busca hacer comprensible el funcionamiento del sincrotrón Alba. ¿A quién y para qué?
R. El Sincrotrón Alba es una herramienta que es patrimonio de todos. No porque todos debamos usarla, sino porque su función en el mundo es para todos nosotros. Ya sea en el diseño de nuevos medicamentos o en el estudio de nuevos materiales, las líneas de luz de un sincrotrón encajan directamente con cuestiones del día a día que nos preocupan como las enfermedades o las próximas innovaciones tecnológicas. Hablar de una infraestructura científica como el sincrotrón es otra manera de abordar estas cuestiones, en este caso