Hasta muy recientemente, la teoría general de la secularización -originada en Europa a finales del siglo XVIII- ha proyectado la imagen de un progreso inevitable sustentado en una concepción finalista de la evolución de las sociedades que conducía, inexorablemente, de lo sagrado a lo secular. Se creía que cuanto más moderna fuera una sociedad más secular tenía que ser y, por ello, también menos religiosa. Sin embargo, los trabajos que presentamos en este libro exponen que lo que la realidad exhibe es un proceso que avanza entre lo sagrado y lo secular, siempre que estas categorías se consideren en constante tensión dinámica.
No vivimos en un mundo donde quepa hacer tabula rasa de la vieja distinción trascendencia/inmanencia, como ingenuamente se pensó en una primera oleada secularizadora que consideraba a la sociedad moderna asentada de forma irreversible en la pura inmanencia de un mundo secular. Con el fin de ofrecer indicadores sociológicos de esta reorientación conceptual se analizan los conceptos de «modernidad», «progreso», «diferenciación funcional» y «aceleración social», así como los nuevos estilos de vida, las prácticas de consumo, las «nuevas» identidades narrativas y sus portadores sociales. Por último, analizamos el conjunto de metamorfosis que experimenta la violencia, así como la emergencia de nuevos miedos colectivos.