Las cortes de los faraones egipcios, la familia real austro-Habsburgo, la del naturalista Charles Darwin, la del pintor Toulouse-Lautrec o la del físico Albert Einstein tienen en común que sufrieron en mayor o menor medida los efectos de consanguinidad, es decir la relación de parentesco natural entre personas que pertenecen a un mismo linaje y tienen antepasados recientes comunes. El fenómeno se explica en el libro El rostro de la consanguinidad, que acaba de publicar Edicións USC y que fue presentado este jueves en la Facultad de Biología.