
La combinación de factores informativos con los intereses propios (económicos e ideológicos) de los medios va marcando el debate público
—que se desarrolla fundamentalmente en la esfera mediática— y reconfi gurando las posiciones de todos los actores. De esta manera, la comunicación política —entendida como el campo de interacción entre el sistema político, el mediático y el ciudadano— se convierte en un terreno en el que los medios van adquiriendo cada vez mayor autonomía. El riesgo del creciente poder de los medios de comunicación reside, porun lado, en el papel secundario al que se relega al ciudadano (con las consecuentes dosis de desafección) y, por otro, en el riesgo de que la política se acabe convirtiendo en una mera teatralización del debate público y del ejercicio de la propia política (pseudopolítica).