Nuevas rutas para la edición universitaria

Mayo, 13, 2011

Juan José Casares Long, rector de la Universidade de Santiago de Compostela

Nuevas rutas para la edición universitaria

Juan José Casares Long (Rector de la Universidade de Santiago de Compostela)

El mes de noviembre del pasado año cupo a Santiago de Compostela y su universidad el honor de organizar la XXIX Asamblea General de la Unión de Editoriales Universitarias y brindar las aulas de su venerable Facultad de Medicina para el desarrollo de un apretado programa. A este rector correspondió igualmente el placer y la honra de inaugurar las jornadas, junto al presidente de la asociación, D. Francisco Fernández Beltrán. Aquella oportunidad sirvió a quien subscribe para pulsar en vivo una realidad apasionante y llena de futuro: la edición universitaria, que hoy impulsa el entusiasmo y profesionalidad de muchas mujeres y hombres comprometidos en una de las actividades estratégicas de la universidad.

En efecto, los libros de una universidad constituyen, por así decir, sus «buques insignia» pues pocos son los productos derivados de la acción investigadora que tienen el potencial de visibilización y difusión nacional e internacional que tienen los libros, máxime en una era como la presente en la que la red ha quebrado los límites a la expansión ilimitada del conocimiento y la edición digital define nuevas interacciones con los soportes de la ciencia, la cultura y la información.

Me pareció especialmente acertado, en este sentido, que la reunión compostelana se convocase bajo el rótulo de Los retos de la edición en la sociedad del saber pues, a mi entender, esto es lo que el futuro nos exige. No es sólo que la universidad del siglo xxi no pueda dar la espalda a las demandas reales de la sociedad; antes bien, debe liderar esas demandas y situarse a la vanguardia de la revolución digital, ponderando con sensatez y equilibrio las inercias inevitables de la tradición y el estímulo a los nuevos desarrollos de la tecnología. En el caso concreto de la edición, creo que la Unión de Editoriales Universitarias es un magnífico paradigma de esta manera de trabajar y por ello, tal y como he apuntado, la invocación a la sociedad del conocimiento resultó un emblema ideal para su reunión de otoño. La UNE nació en años en que la edición universitaria era poco más que una actividad «catacumbática», desconocida, endógena y en buena medida desligada de las características más elementales de la edición profesional. En los años de su consolidación y crecimiento, la asociación ha servido no sólo de foro para el intercambio de experiencias sino de sello bajo el cual cada uno de sus miembros individuales ha entendido la necesidad de «ponerse las pilas», si se me permite la expresión, es decir,  la exigencia de acoplarse a los moldes que definen una edición profesionalizada, respondiendo con ello, además, a la demanda de cumplir un papel social reservado en exclusiva a la edición universitaria: transferir el conocimiento, la formación y la cultura que las universidades generan. La UNE es hoy mayor de edad y ha cumplido con creces estos objetivos. Las universidades españolas de hoy en día editan más y mejor; sus libros se distribuyen con eficiencia y llegan a destinatarios impensables hace años; sus cuidados diseños e interesantes temáticas los hacen acreedores a premios y galardones, y compiten en pie de igualdad no sólo con la mejor edición cientifico-técnica española de índole comercial sino con la producción de las más prestigiosas university presses del mundo. Por otro lado, la apuesta de la UNE y sus miembros por el impulso digital ha sido contundente y decidida, tal y como demuestra, entre otros proyectos de los que tengo noticia, la inauguración en octubre pasado de la e-librería universitaria unebook.es.

Advertía el poeta al caminante que no hay camino, pues el camino se hace al andar. La edición universitaria española ha trazado, caminando con empeño y convicción, una senda que, como los viejos itinerarios que conducen a Compostela ―finis terrae de Occidente―, nunca termina, pues en su punto final siempre hay quien intuye el inicio de nuevas rutas.