El encuentro de F. Hölderlin con J. G. Fichte significa el radical enamoramiento de las posibilidades demostrativas de la Filosofía: a partir de 1794 inicia aquel la elaboración de un archivo teórico que pretende aunar el Kant moral, Schiller, no olvidadas influencias rousseaunianas y, críticamente, el pensamiento de Fichte. Pero Hölderlin mantiene una respetuosa distancia, sin embargo, respecto a tan inconmensurable cúmulo de referencias. Esta insatisfactoriedad ha de desembocar en la búsqueda de una forma expresiva no filosófica, en la redacción del conocido como Primer Programa del Idealismo alemán y de la novela Hiperión, en la que, junto a una crítica radical de la sociedad, se diseña la geografía del Ideal, se abre el tema de la mediación histórica para renovar la reconciliación entre los Sujetos y entre estos y la Naturaleza, y se inicia una reflexión sobre la naturaleza heroicotrágica del Sujeto. E, inmediatamente, Hölderlin retornará al diálogo con los dioses. Los duros avatares a los que deberá enfrentarse le hacen tomar conciencia de su exclusividad, de su marginalidad: pero ya no es la conversación retórica tubinguesa, sino una auténtica existencialización de su sombra lo que posibilita la conversión del Poeta en su emisario sobre una Tierra cuyos habitantes ya no saben decir —o ver—. Desde 1799, Hölderlin desarrollará un potente Naturalismo que exige la pérdida de la identidad para hacer posible la reconciliación en el Todo.
Autor: José Luis Rodríguez García
Páginas: 866 (2 volúmenes)