Sus años de rector coincidieron con la modernización y expansión de la Universidad de Oviedo que pasó de tres facultades a nueve y de 1.000 a 25.000 alumnos. Fue, además, presidente y fundador de la Escuela de Estudios Hispánicos, promotora de los cursos de La Granda.
Ejerció como patrono emérito y vicepresidente de la Fundación Príncipe de Asturias, fue director del Real Instituto de Estudios Asturianos y cofundador de la Real Academia de Jurisprudencia del Principado. Era miembro correspondiente de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas y titular de la Gran Cruz al Mérito Civil y de la medalla de plata de Asturias, entre otras condecoraciones.