El monstruo es un cuerpo cultural, aberrante, que sintetiza categorías naturales irreconciliables por estar más allá de las normas, amenazante pero atractivo al mismo tiempo. El monstruo cinematográfico ha sido, principalmente, masculino. Pero desde el cambio de siglo son, en su mayoría, monstruos femeninos los que nos atemorizan desde las pantallas. ¿A qué se debe este fenómeno? ¿Cómo son estas “monstruas”?
El libro recorre diferentes tipos de “monstrua”: la mujer-loba, la caníbal, la mujer-máquina, la zombi, la vampira, la bruja y la madre monstruosa, que encontramos en películas como Ginger Snaps (J. Fawcett, 2000), Crudo (J. Ducournau, 2016), Titane (J. Ducournau, 2021), Una chica vuelve a casa sola de noche (L. A. Annipour, 2014), la tercera temporada de AHS, Coven, y The Babdook (J. Kent, 2014), entre otras. Este ensayo acomete su investigación mediante el análisis textual, al que suma diferentes perspectivas como los estudios del cuerpo y la fenomenología feminista.
“Mujeres furiosas. El monstruo femenino en el audiovisual de terror” aborda el análisis de la representación del monstruo femenino en el contexto actual de la devaluación del cuerpo al que se considera imperfecto, incierto y obsoleto, que debe ser controlado. Las monstruas representadas en el audiovisual actual de terror -excesivas, indisciplinadas, incorrectas- negocian la tensión que existe entre el cuerpo, el poder y la feminidad; un poder que, frente a otras épocas, no se basa en la seducción ni en su atractivo sexual, sino en la violencia. A diferencia del monstruoso-femenino, postulado por Barbara Creed (1993), el monstruo femenino actual no refleja los miedos de los hombres sobre las mujeres, sino que las directoras y/o guionistas, que han proliferado en el terror audiovisual, reinscriben las experiencias corporales y personales femeninas en las convenciones de género cinematográfico, creando un cine que refleja la subjetividad femenina desde sus miedos, angustias y deseos.