El jefe del Servicio de Publicaciones de la Universidad Autónoma de Barcelona ha traducido al castellano para la página web de la UNE el presente artículo, escrito originalmente, y publicado, en la página web de la Xarxa Vives d'Universitats.
El sector editorial, y el de las publicaciones universitarias no es una excepción, vive desde hace años en medio de una gran expectación por la aparición en el mercado de los nuevos dispositivos de lectura digital y los cambios que su progresiva implantación han empezado a provocar en los hábitos de lectura, sobre todo entre determinados colectivos como el universitario que se encuentran siempre a la vanguardia en el uso de las nuevas tecnologías.
Sin embargo, este cambio va más allá del mundo estrictamente del libro. Se trata de un cambio cultural, de un alcance todavía difícil de valorar, que sólo podremos acabar de comprender en el futuro porque está basado más en la dinámica de la tecnología que en la del sector propiamente editorial, que es en definitiva el de los contenidos. El editor busca, selecciona, descubre contenidos que «edita», es decir prepara, para ponerlos al alcance de los lectores, tradicionalmente en papel y ahora también en los nuevos formatos digitales. Esto supone un cambio notable en las características del producto, pero quizás tampoco tanto como a veces podría parecer por el revuelo mediático que se ha generado.
Es cierto que con la tecnología digital podemos añadir al libro multitud de funcionalidades nuevas: cambiar el tamaño del texto a voluntad, hacer búsquedas, introducir notas, hipervínculos, vídeos, personalizar contenidos, o incluso dejar en manos del lector la posibilidad de modificar el curso de la narración... También es cierto que la publicación en formato digital puede suponer para el editor un ahorro en los gastos de impresión, distribución y almacenamiento, o que la difusión on line facilita la comunicación directa entre autores y lectores, entre lectores de lugares remotos, y que hasta los circuitos de promoción están cambiando con las redes sociales...
Por último, también es cierto que la comercialización del libro digital abre nuevas oportunidades de negocio para los editores —y para los autores— con la venta a través de la red, la impresión bajo demanda, la recuperación de libros agotados y la posibilidad en algunos casos de preparar incluso libros a medida a partir de artículos o fragmentos... Pero en realidad todo eso no cambia la idea original de que la tarea fundamental del editor es poner a disposición de los lectores unos contenidos preparados con rigor profesional... eso sí, aprovechando las ventajas que ahora ofrecen las nuevas tecnologías.
Lo que ha cambiado de verdad es pues el hecho de que estamos inmersos en un mundo dominado por la tecnología digital y que disponemos de dispositivos que nos permiten trasladar la lectura a un soporte nuevo con cierta «comodidad» y con toda una serie de ventajas... y también algunos inconvenientes —son aún muchos los que «sienten» que el paso del papel al formato digital supone ciertas pérdidas, por lo menos en el campo de las «emociones» y quizás, eso ya lo veremos, en otros menos subjetivos como el de la preservación—. Además están las preocupaciones y las expectativas que cualquier cambio de esta magnitud conlleva para los profesionales y las empresas del sector...
En cuanto a las editoriales universitarias este cambio puede resultar positivo si sabemos aprovecharlo convenientemente, porque se ajusta bastante bien a algunas de nuestras necesidades específicas. El editor universitario no busca únicamente el rendimiento económico, a pesar de que obviamente tampoco lo rehuye porque los ingresos son imprescindibles para mantener la producción editorial, y más en estos tiempos de crisis. Pero la finalidad principal de las universidades, y también de su actividad editorial, va asociada más bien a los objetivos fundamentales de las propias instituciones: poner al alcance de los estudiantes universitarios materiales docentes de calidad adecuados para su proceso formativo, difundir los resultados de la investigación mediante la publicación de libros, revistas científicas y tesis doctorales, y publicar obras de carácter cultural y divulgativo que contribuyan a la transferencia de conocimiento desde la universidad a la sociedad, sin olvidar los productos institucionales y promocionales necesarios por el propio funcionamiento de las instituciones.
Algunos de estos productos, como los textos docentes orientados a las titulaciones universitarias, pueden tener una buena salida comercial en el nuevo escenario planteado por el libro digital, pero otros productos se verán favorecidos sobre todo por la capacidad de difusión a través de la red y por el reconocimiento que ello conlleva para profesores, investigadores y para la propia institución. Los repositorios institucionales propios como el DDD de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), o cooperativos entre instituciones, como el depósito de tesis doctorales en red TDR del Consorcio de Bibliotecas Universitarias de Catalunya (CBUC), y otras iniciativas corporativas de carácter comercial como la librería electrónica de la Xarxa Vives d’Universitats y el portal Unebook de la Unión de Editoriales Universitarias Españolas (UNE), constituyen ejemplos de un valor incalculable. Las nuevas tecnologías y la difusión a través de Internet pueden ayudar a aumentar los ingresos, pero seguramente más importante aún que eso es el efecto que tienen para la difusión de la producción científica que genera la universidad, una proyección que sería imposible de conseguir con la publicación sólo en papel.
El conocimiento de nuestras universidades más allá de nuestras fronteras, la captación de alumnos de otros países —incluso de otros continentes— para los estudios de postgrado atraídos por el conocimiento de la producción científica y el prestigio de nuestras universidades, el incremento de las citas de nuestros académicos, el posicionamiento de las universidades en los «controvertidos» rankings... todo eso es hoy en día impensable sin la divulgación que se realiza a través de los libros, revistas y tesis que publican nuestras universidades. Las nuevas tecnologías y los soportes digitales abren un campo enorme a la proyección de la actividad universitaria. El principal reto de futuro será pues encontrar la forma de financiar la publicación de calidad en acceso libre para hacer de nuestras universidades un referente en un mundo cada vez más abierto e intercomunicado, es decir, en un mundo donde las universidades deberán competir a escala global.