La Universidad San Jorge y la Fundación Juan March han celebrado hoy en la biblioteca de la Fundación la jornada “Aurora y Julio: La historia de una biblioteca”, un evento para poner en valor el legado de Julio Cortázar y de la traductora Aurora Bernárdez, quien fue su mujer y a quien Cortázar designó para custodiar su obra.
Berta Sáez, rectora de la USJ, y Luis Martínez Uribe, director de la biblioteca Fundación Juan March, han realizado la presentación del acto. La rectora de la Universidad ha aprovechado para poner en valor el papel de los traductores, a los que ha definido como personas que acercan “diferentes culturas” y facilitan “el entendimiento y la cooperación” contribuyendo “de manera decisiva al progreso global”. También ha agradecido a Alejandra Bernárdez, sobrina de Aurora, la donación que realizó a la Universidad, y a la Fundación Juan March la posibilidad de reencontrar a la traductora y al autor a través de sus legados.
Por su parte, Luis Martínez ha definido esta unión de legados como algo “extraordinario” que permitirá ahondar en las dos figuras “a partir de los libros de sus colecciones”. Asimismo, ha destacado la importancia de las bibliotecas al conservar “estos fondos y materiales” que se convierten “en recursos fundamentales para la investigación literaria”.
Posteriormente, se ha celebrado una mesa redonda en la que han participado Daniel Mesa, profesor de Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Zaragoza y experto en Cortázar, Mariángeles Fernández Martín, periodista y editora especialista en la obra de Cortázar, Celia Martínez Cristina, bibliotecaria de referencia de la Biblioteca Julio Cortázar de la Fundación Juan March, y Alejandra Bernárdez, licenciada en Bellas Artes, sobrina de Aurora y donante de su legado.
Durante la charla, los ponentes han compartido anécdotas como la relatada por Fernández, quien ha explicado que la relación entre Julio y Aurora comenzó antes de que se conocieran. “Ella leyó un libro de Cortázar. Y él, una obra traducida por ella. En una reseña que hizo de este libro, Cortázar elogió la traducción, por lo que su nexo se inició antes de conocerse”, ha expuesto.
Para ilustrar el vínculo tan poderoso que se forjó cuando se conocieron, Alejandra Bernárdez ha leído fragmentos de una entrevista en la que Aurora afirma que, a pesar de su ruptura, “sobrevivió una formar de amor, solidaridad y lealtad que uno puede tener con muy pocas personas”. En este sentido, Aurora Bernárdez explicaba en esa conversación que se trataba de “un sentimiento que sobrevive a todo y que cuando ha existido no se acaba nunca”.
Los ponentes han destacado la época sociocultural argentina en la que Aurora y Julio crecieron. “En los años 40, en Argentina, los autores no leían a otros en sus lenguas originales. Así que la traducción experimentó un boom en el que Julio y Aurora participaron como traductores”, ha explicado Daniel Mesa. El experto también ha subrayado la influencia que unos autores tenían sobre otros, al compartir sus obras y aceptar consejos y sugerencias.
Celia Martínez, también ha mencionado la costumbre que ambos tenían de anotar y subrayar las obras. “Esta acción es muy reveladora y muestra el proceso de lectura y de creatividad que tenían, más aún cuando los dos se dedicaban a la traducción”, ha declarado. Mesa ha reafirmado esta impresión y ha manifestado que “los subrayados y las anotaciones convierten sus bibliotecas en un retrato de ellos mismos”.
Finalmente, la conversación ha concluido poniendo en valor la importancia de las bibliotecas personales para la investigación. “Las instituciones, tanto la USJ como la Fundación Juan March, asumimos este cuidado y somos conscientes de su interés investigador”, ha sentenciado Martínez.
La USJ cuenta actualmente con el legado de Aurora Bernárdez que incluye 2.405 ejemplares, entre los que se encuentran volúmenes de la obra de Cortázar en diferentes idiomas, traducciones que realizó Aurora, videograbaciones, revistas, publicaciones, etc. Por su parte, la Fundación Juan March custodia la biblioteca personal de Julio Cortázar compuesta por los cerca de 4.000 títulos que tenía en su casa de la rue Martel en París, en donde falleció el 12 de febrero de 1984.