La UPV/EHU ha presentado el día 14 de octubre, el libro La colina vacía. Jorge Oteiza-Roberto Puig, Monumento a José Batlle Y Ordóñez: 1956 - 1964. Escrito por Ana Arnáiz, Jabier Elorriaga, Xabier Laka y Jabier Moreno, la publicación es fruto del trabajo de investigación realizado por estos artistas y profesores de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad del País Vasco sobre una de las obras más paradigmáticas y trascendentales del escultor Jorge Oteiza, ideada junto con el joven arquitecto Roberto Puig Álvarez, para concurrir al Concurso Internacional, celebrado en 1959 en la ciudad de Montevideo, con el fin de erigir un monumento al estadista uruguayo José Batlle y Ordóñez. La obra ha sido editada dentro de la colección de divulgación de la UPV/EHU ehupress, con la colaboración de la Fundación Museo Jorge Oteiza y su publicación coincide con el centenario del nacimiento del escultor Jorge Oteiza.
El próximo 2009 se cumplen, además, cincuenta años del proyecto, presentado a un concurso que quedó desierto y al que se presentaron 74 proyectos de 27 países. La obra, no obstante, jamás fue construida. El proyecto de Oteiza y Puig consistía en un gran centro popular de estudios sociales y políticos, que podría haberse convertido en uno de los ejemplos emblemáticos del Movimiento Moderno. En la obra proponían, a través de la colaboración de escultura y arquitectura, construir el paisaje de la ciudad conforme a presupuestos netamente modernos.
El libro se articula en torno a tres ejes complementarios: la narración crítica de los eventos, el análisis ensayístico de la cuestión de monumentalidad en modernidad y un extenso anexo documental inédito. En sus casi 700 páginas y basándose en la abundante documentación inédita recabada en los archivos de la Fundación Museo Jorge Oteiza y en las instituciones implicadas en los acontecimientos que sucedieron en torno a este controvertido proyecto, tanto en Europa y como en América, se dan a conocer los pormenores de la propuesta, su viabilidad técnica, las circunstancias que rodearon el concurso, el contexto sociopolítico y urbanístico del lugar y el interés de su emplazamiento, las reflexiones de Oteiza en torno a las cuestiones del monumento, la relación entre el arquitecto y el escultor, etc. El controvertido fallo definitivo del certamen en 1960 provocó una agria polémica que se alargaría en un enmarañado proceso legal hasta el año 1964.
Asimismo, se ha realizado un análisis conceptual de los textos de las memorias que acompañaron al anteproyecto de monumento, verdaderos manifiestos que resumen el ideario estético y vital de Oteiza quien, de manera sintética y directa, aborda una manera responsable de hacer con el arte en la ciudad.
Oteiza concibió en Montevideo un monumento netamente moderno derivado de las prácticas artísticas radicales de las vanguardias. El saber de un escultor fue capaz, en colaboración con la arquitectura, de traer materialmente a presencia el anhelo espiritual de su época y expresarlo simbólicamente en el contexto público urbano. Su singularidad, complejidad y radicalidad formal daban cuenta de la reflexión que el escultor Oteiza, a través de su práctica artística y de sus escritos, venía realizando sobre la participación directa del arte en la vida. El concurso pudo ser la gran oportunidad de Oteiza para verificar, a través de las relaciones escultura y arquitectura, la integración del arte con la ciudad y su valor como servicio a la comunidad. Un monumento no construido pero, a través de la fotografía, sí erigido.
Uno de los logros significativos de esta investigación ha sido la recuperación de 72 negativos originales de las series de estudio que el fotógrafo Juan Pando realizó del proyecto de monumento, y que actualmente están custodiados en el Instituto del Patrimonio Histórico (Madrid).
El título, La colina vacía, alude al texto inédito escrito por Jorge Oteiza a lo largo de las dos semanas que duró la travesía transoceánica de regreso y tras ocho meses de estancia en Montevideo en el año 1960. En él el escultor vuelca emocionalmente toda su frustración ante el desenlace de los acontecimientos del concurso.
El contenido del libro servirá de base para la ponencia que el grupo expondrá en el Congreso Internacional 'Jorge Oteiza y la crisis de la Modernidad', que, del 21 al 24 de octubre próximos, reunirá en la Fundación-Museo de Alzuza (Navarra) a un amplio número de especialistas en la obra plástica y el pensamiento del artista vasco.
Sobre el monumento
El proyecto de Oteiza y Puig constaba de tres elementos fundamentales: el recinto arquitectónico, la losa negra y la gran viga volada. En el altiplano de una colina de la ciudad de Montevideo, lugar previsto para la construcción del monumento, se alzaba el recinto arquitectónico, que consistía en un prisma rectangular de 54 x 18 x 12 metros, elevado en flotación sobre seis delgados pilares. Era una estructura metálica, de vigas arriostradas, revestida totalmente al exterior de hormigón blanco abujardado y abierta cenitalmente a través de una cubierta translúcida; libre de toda ornamentación y reducido a una mínima materialización ortogonal y silenciosa, acogía los servicios requeridos en las Bases: biblioteca, sala de lectura, archivo, salón de actos, etc.
Entre la arquitectura y el mar, en la explanada situada en la confluencia de dos avenidas principales y al pie de la colina, se planteaba una gran losa negra y horizontal de 51 x 51 metros, elevada metro y medio sobre el nivel del suelo y chapada en piedra caliza. Esta zona del monumento debía permitir la concentración de grandes cantidades de público, para la realización de ceremonias y actos conmemorativos.
Desde la parte inferior de la arquitectura partía el elemento que funcionaba como nexo de unión entre los dos elementos anteriores, una gran viga volada de hormigón blanco, de 108 metros de longitud, que se extendía horizontalmente en el vacío en dirección sur hacia el mar, hasta tocar y definir plásticamente, a 22 metros de altura, el cubo virtual generado por la losa-estatua.
El proyecto de Oteiza y Puig respetaba en su integridad las cualidades propias de la colina y su entorno, valiéndose de la topografía del lugar como mecanismo de elevación y flotabilidad, y principio jerarquizador de todos los elementos del conjunto.
Si reconocemos a Oteiza como uno de los personajes que más han aportado en la construcción cultural de nuestra identidad, colectiva e individual, y proyectado su imagen más allá de lo local, debemos poner en valor la trascendencia de lo que ocurrió en Montevideo. Fue un punto culminante en la construcción de nuestra mirada estética y cultural; una mirada contemporánea, compleja, novedosa y comprometida con nuestra sociedad.
"Consideramos que la etapa del hombre como espectador frente a la obra de arte ha concluido. En la etapa actual, el hombre ha de participar activamente en la obra, caracterizada por su silencio espacial interno, receptivo, unitivo y reintegrador en la conciencia espiritual y política responsable con su tiempo. Consideramos secundaria la cuestión del embellecimiento en las ciudades, solución que se da cuando se trata de estos problemas de la integración del arte con la arquitectura en los coloquios frecuentes de arquitectos con artistas. El replanteamiento de la raíz metafísica del arte, nos ha conducido a la reconsideración de la angustia de salvación como objeto a tratar por el artista en la medida del hombre actual y en términos rigurosamente espaciales. Nos oponemos al arte actual de expresión, llamativo y formalista, con un arte receptivo y de servicio espiritual. En contra de un arte en que el artista -por ocupación formal- repite lo que tiene, un arte -por desocupación espacial- en que el hombre se plantea y busca lo que le falta. Una gran construcción espiritual, vacía, activa, horizontal. Consistencia monumental, en que el hombre se obliga a participar. Una atmósfera espacial abierta, receptiva, que se satisface y cumple con la integración final del hombre y la comunidad".
J. Oteiza, R. Puig (1959)
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