«Se trata de un escrito de Ruiz de Velasco de 1892, que llegó a la Biblioteca Nacional en una copia realizada por Justo Blasco y que fue propiedad de Barbieri -señala Begoña Gimeno-. El manuscrito autógrafo del autor fue entregado a la infanta Isabel de Borbón, porque lo que pretendía Ruiz de Velasco era que lo presentase en la Exposición Musical de Viena que se celebraba ese año».