Este libro constituye un estudio de la estancia en Italia del albacetense Francisco Jareño, destinado a ser uno de los protagonistas del panorama arquitectónico de la segunda mitad del siglo XIX.
Gracias a una pensión extraordinaria que le concedió la recién nacida Escuela Especial de Arquitectura de Madrid, Jareño residió en tierras italianas entre 1848 y 1852 y estudió en Roma bajo la supervisión de Antonio Solà, en compañía del también arquitecto Jerónimo de la Gándara y de los pintores y escultores pensionados por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. En dicha ciudad el albacetense habría tenido la ocasión de frecuentar la Villa Medici, residencia de los arquitectos franceses.