Los Diálogos de Propiedad Intelectual que se han celebrado los días 21 y 22 de octubre en la Universidad de Deusto han finalizado esta mañana con una apuesta por crear una norma común europea que fuera un marco válido para todos los agentes en esta economía del conocimiento, que fuera compatible con los derechos de los autores, los editores y los ciudadanos, y que permitiera a las editoriales en otra economía importante en la sociedad actual, la "economía de la atención", que implica sencillez, disponibilidad y seguridad.
Esta es alguna de las conclusiones que se desprenden de las aportaciones de los distintos participantes en estos Diálogo que han tenido como objetivo crear un marco de buenas prácticas en el uso de materiales y textos para la investigación, docencia y difusión de la cultura y ocio. Los profesionales participantes coinciden en afirmar que la reconversión digital del libro es un imperativo para las editoriales en el marco de la sociedad de la información, que ha producido una revolución en las formas de acceso y difusión del conocimiento. Se tiene la sensación de que la realidad ha ido más rápido que la legislación de propiedad intelectual, y qué esta es de muy compleja aplicación en el contexto digital.
Los profesionales creen que para convertirse en editoriales digitales, las editoriales universitarias deberían comenzar por hacer una auditoria de propiedad intelectual para actualizar y acordar con sus autores los derechos de reproducción y comunicación pública de sus catálogos, formados por miles de obras. Obras que además pueden ser muy minoritarias, difícilmente rentabilizables y de vida corta, dada la rapidez de transformación del conocimiento científico. Además, se percibe que la legislación española es tan garantista de los derechos de autor que en la práctica puede hacer muy difícil su gestión, impidiendo la tutela efectiva de estos derechos, o favoreciendo prácticas quizás alegales.
Por lo que se refiere a la edición universitaria, se ha señalado que se basa en la existencia de catálogos muy amplios de obras minoritarios, autores para los que la difusión de su obra prima sobre la remuneración y que realizan sus trabajos con financiación de sus instituciones públicas, y cuyo prestigio se basa en la visibilización y logro de citas. Además, las editoriales deben establecer los objetivos de su política de acuerdo a los fines de la universidad, que son el fomento del estudio, el desarrollo de la investigación y la difusión del conocimiento y la cultura. Las editoriales tienen que conjugar el respeto a la decisión del autor sobre su obra, pero su labor parece simplificarse cuando logra la concesión de licencias creative commons, que facilitan la reproducción y comunicación de obras. Ello ayuda al aumento de la difusión y el impacto de las obras, y pone los contenidos en las formas de acceso y consumo preferidas por una mayoría de lectores: sencillo, económico y usable. Pero a su vez conduce a un cambio del modelo de negocio editorial.
Esta situación produce mucha incertidumbre. Dudan los autores sobre cómo difundir la obra; los editores no saben qué derechos tienen, para cuánto tiempo, y para qué formas de comunicación pública, y dudan sobre si primar la comercialización sobre la difusión o al contrario. Además hay muchos problemas tecnológicos (las formas de control de ventas y descargas, la rápida sucesión de dispositivos de lectura y de formatos incompatibles), e intervienen otros muchos agentes: los bibliotecarios, los libreros, los distribuidores, los propios lectores y los generadores de contenidos.
De ahí la apuesta porque la propiedad intelectual sea rija por una regulación 'supranacional' que conjugue derechos de autor y acceso ciudadano a la producción y que 'no pierda de vista a la industria cultural, que no deja de ser industria por ser cultural'. Finalmente, se ha apuntado que la tecnología no es la culpable de lo que está ocurriendo. Ha supuesto un cambio al que debemos adaptarnos. No podemos esperar a que todo esté perfectamente regulado. Hay que estar en Internet, a pesar de la piratería y otros inconvenientes y nuevos riegos que seguro surgirán.
La Directora de la Biblioteca Glòria Pérez-Salmerón y el escritor, Premio Nacional de Narrativa 2010, Kirmen Uribe fueron los encargados de abrir ayer estos Diálogos. En su intervención, la Directora de la Biblioteca Nacional de España (BNE), Gloria Pérez