El lunes 16 de diciembre, Ediciones USJ presentó un nuevo título de su catálogo, una coedición en colaboración con PRAMES que lleva por título Valle de Solana: hora cero. Cámpol y sus barrios, de Alfonso Santolaria, ingeniero y docente de la USJ cuya familia es originaria del valle de Solana. Acompañaron al autor Carmen Sánchez, responsable de Cultura y Ediciones USJ, y Rafael Yuste, jefe de producción editorial de PRAMES. La publicación recibió el Premio Félix de Azara en su XVI edición, en la modalidad de ayudas a la edición.
El proyecto, que surgió inicialmente como una propuesta de exposición que documentase el estado actual de los pueblos y pedanías abandonadas de Cámpol, acabó convirtiéndose en esta publicación, un registro de la memoria del territorio, de sus costumbres, sus tradiciones, su modo de vida y, sobre todo, de sus pobladores, ya que el autor era consciente de que era «ahora o nunca».
Valle de Solana: hora cero es un homenaje a la vida rural y a todas las personas que han hecho posible la vida en el Pirineo, generación tras generación, remontándose, al menos, a los últimos 1000 años, por acotar una historia que hunde sus raíces mucho más atrás en el tiempo. En cierto modo, la publicación podría extrapolarse a buena parte de la vida montañesa pirenaica y a los pueblos que han sufrido la despoblación, muchos de ellos hasta la desaparición física y de cualquier memoria viva.
El libro es una antología de la vida del lugar, un «repensamiento» de lo rural en el que todos los aspectos son abordados con profundidad y emoción. Yuste subrayó la precisión y meticulosidad del trabajo de Alfonso Santolaria, que ha realizado un inmenso trabajo de campo aunando sus dos pasiones: la ingeniería y la necesidad de transmitir la memoria del territorio del que procede y al que le unen fuertes vínculos emocionales.
Santolaria trae al presente el día a día de las 14 aldeas del valle: las casas, entendidas como unidades familiares autárquicas que transmiten a sus herederos nombre y posesiones; los edificios auxiliares y sus usos; las familias; los habitantes; cómo se distribuían las viviendas; el funcionamiento de las juntas vecinales; los servicios comunes; las escuelas; el patrimonio religioso; el uso del agua; las vías de comunicación, caminos y sendas; la explotación maderera; los oficios; la ganadería y la agricultura; la alimentación; las fiestas, las tradiciones religiosas y la relación con la enfermedad y la muerte; pero también la toponimia aragonesa que todo lo impregna, a dónde fueron sus pobladores cuando abandonaron el lugar o cómo se vivió allí la Guerra Civil. Todos esos aspectos se tratan en el libro.
Es un trabajo muy exhaustivo con información técnica y topográfica de enorme valor, pero con un enfoque casi de guía turística que nos puede acompañar en una visita a Cámpol y su entorno para recorrerlo a través de los recuerdos de infancia de Alfonso Santolaria y de todas las personas que le han ayudado a mantener su memoria viva.
Muy emotivo fue el momento en el que el autor proyectó un vídeo a vista de dron en el que se pudo ver el estado actual de Cámpol y sus barrios, abandonados desde 1964. La majestuosidad del entorno y la fuerza de las imágenes, acompañadas de la canción La trilla amarga de la Ronda de Boltaña, trasladan al espectador décadas atrás para revivir las vidas allí vividas.
Ya en el tramo final de la presentación, Alfonso Santolaria compartió recuerdos con alguna de las personas asistentes a la presentación, originarias del valle de Solana, y pronunció la siguiente frase: «todo lo que he escrito y contado aquí está hecho desde el corazón».
Finalmente, el autor firmó ejemplares del libro, un homenaje y reivindicación del mundo rural.