Si en "Pintar de azul los días laborables", el anterior y excelente libro de poemas de Ramiro Gairín, teníamos cuatro poemarios en uno, cuatro poemarios de aliento intenso, ecléctico, desbocado y melódico, en "Que caiga el favorito" la voz se transmuta y concentra, se hace íntima, unívoca y explícita; se hace por ella y para ella, y su nombre pronunciado una vez solamente, antes de que todo comience y sea dicho.
Y fuera de mis propios gustos y de mis más que dudosos conocimientos; de mi predilección por aquella intensa emoción y belleza desbordada en aquellos días azules, ahora las palabras de Ramiro se hacen versos distintos, espacios de silencio y aliento lento; poemas para nombrar el lugar y nombrarla a ella; siempre omnipresente, siempre centro del mundo; destino, final de trayecto; camino y comienzo. (Diario del AltoAragón, Luis Borrás)