Premio sección Arte, Concurso de Monografías Archivo Hispalense 2019
AUTOR: JUAN ANTONIO GÓMEZ SÁNCHEZ.
Juan Antonio Gómez es doctor por la Universidad de Sevilla. Su labor investigadora se ha centrado en el estudio del arte hispalense del Renacimiento, habiendo publicado monografías y artículos que abarcan diversos aspectos de la pintura, escultura y artes aplicadas del periodo.
Este libro aborda la recuperación histórica de un conjunto que en su momento fue un ejemplar único en su tipología en el ámbito territorial del arzobispado hispalense: el retablo-relicario que durante un periodo de más de dos siglos presidió la Sacristía Mayor de la Catedral de Sevilla. Aunque el mueble litúrgico sería desmontado a principios del siglo XIX, afortunadamente fueron conservadas tanto las pinturas que decoraban sus puertas como la estructura arquitectónica del relicario interior, ricamente tallada con esculturas.
A partir de una extensa serie documental referida a su prolongado proceso constructivo y del estudio detallado de los restos conservados, afrontado desde diversos puntos de vista –historiográfico, estilístico e iconográfico–, es ahora posible un conocimiento más ajustado de esta importante obra artística, que hasta el momento dependía sólo de la breve descripción de Ceán Bermúdez, el último de los eruditos que tuvo la oportunidad de verla en el lugar para el que fuera erigida. Tales fuentes documentales desvelan gran parte de la hechura del retablo, incluyendo el contrato para la realización de las pinturas, que fueron realizadas por dos artífices poco conocidos para la historiografía del arte sevillano: Juan de Salcedo y Diego de Zamora. Se atribuye también argumentalmente la participación de otros artistas clave en el arte sevillano del Renacimiento, Hernán Ruiz II y Asensio de Maeda en el diseño arquitectónico o Juan Bautista Vázquez el Viejo y Diego de Velasco en la talla de sus esculturas.
La nueva cronología desvelada por las fuentes primarias sitúa la obra en un contexto histórico-religioso diverso del que hasta el momento se le asignaba, mientras que el análisis de su denso e inusual discurso simbólico revela que éste respondía plenamente al ambiente de ortodoxia postridentina. Un ambiente que superaba, en el panorama sevillano, las controversias religiosas de mediados de la centuria, entre las que también se había planteado el cuestionamiento del papel intercesor de los santos y el valor del culto a las reliquias.