El Congreso de los Diputados aprobó el 21 de julio la Ley de Depósito Legal, en sustitución de la normativa de 1971. ¿Objetivo? Adaptar el depósito del patrimonio bibliográfico, su conservación y difusión, a los cambios producidos en el mundo de la edición como consecuencia de las nuevas tecnologías y, especialmente, de las publicaciones en red. Carlos Julián Martínez Soria, director técnico de Publicaciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, en una entrevista publicada por la revista Unelibros, analiza y valora la nueva norma que supone sustanciosos cambios para los editores. El primero de ellos: desde su entrada en vigor es el editor el que debe hacer el depósito legal (hasta ahora esta obligatoriedad le correspondía al impresor).
- La revista Unelibros puede leerse en la web de la UNE y en la plataforma Issuu.
¿Por qué ha sido necesario transferir esa competencia? Martínez Soria contesta: “Como suele ocurrir la evolución de la sociedad suele adelantar al desarrollo legislativo. Hoy en día, son muchísimos los títulos que se imprimen en China, América del Sur, Portugal… Esta dispersión en la impresión provocaba que estos títulos no ingresaran por el habitual cauce de depósito legal en el sistema bibliotecario español, de modo que la pérdida de patrimonio cultural era notable y lamentable”.
El responsable técnico de Publicaciones de la Universidad castellano manchega, que define el nuevo papel que otorga la ley al editor como “lógico y básico”, reconoce que cumplir con el nuevo precepto legal les va a suponer tener que familiarizarse con nuevos procesos y conceptos. Aún así, a su juicio, las ventajas son evidentes: “La misma ley afirma que tendrá una gran repercusión en el incremento de la visibilidad y publicidad de nuestras publicaciones”.
Martínez Soria estima que esta ley solventa también “muchas de las preocupaciones y problemáticas que venían acaeciendo en las bibliotecas, que cada día van redirigiendo sus contenidos y funciones hacia la creación de centros de recursos de información, formación y consulta para la sociedad a la que sirven”. “En ese sentido, las editoriales son una pieza del engranaje clave para su funcionamiento”, añade.