La Universidad de Zaragoza, a través de Prensas de la Universidad, ha publicado “La España de Viridiana”, un libro que analiza la película de Buñuel, considerada por muchos la mejor obra del cine español, y ayuda a esclarecer los conflictos generados por ella. La publicación está coordinada por la profesora Amparo Martínez Herranz, e incluye colaboraciones de investigadores tanto de la Universidad de Zaragoza como de otros ámbitos, así como testimonios de personas que trabajaron mano a mano con Luis Buñuel en la elaboración de esta película.
P. ¿Cómo era la España de Viridiana?
R. El proceso creativo de Viridiana es una excelente metáfora de la esquizofrenia cultural que se respiraba en el país donde se filmó. Una España marcada por las contradicciones cotidianas, por la convivencia entre las dificultades económicas e ideológicas y los sueños de progreso. El ambiente político y social de la España en la que se gestó la película ha sido magníficamente retratado por Julián Casanova en el capítulo que introduce el libro.
P. Cuándo se invita a Buñuel a rodar en España ¿se le da carta blanca para hacer la película que quiera?
R. Los productores no pusieron ninguna cortapisa a la idea y las intenciones con las que Buñuel se había planteado el proyecto de Viridiana (fuera de los márgenes que marcaba la limitación económica). Las cortapisas vinieron determinadas por la censura del guión por parte del estado franquista, que manifestó serias reticencias a muchos aspectos de la misma. No obstante, salvo el cambio en el final apenas determinaron ningún otro cambio significativo. Les interesaba tanto facilitar el regreso de Buñuel a España que procuraron que las objeciones se salvasen de la forma más sencilla y rápida posible.
P. ¿Quién le llama y qué se busca con esta invitación?
R. Los primeros en proponerle trabajar fueron los miembros de la productora UNINCI, que llevaban proponiéndole trabajar en su país de origen desde 1958. A esta iniciativa se sumaría más tarde la invitación de Pere Portabella. En ambos casos, la admiración por la obra del cineasta y el interés por recuperar su presencia en el ambiente cinematográfico español fueron determinantes.
P. ¿En algún momento durante el rodaje intuye Buñuel que la película puede ser censurada?
R. Durante el rodaje y mucho antes también. Buñuel sabía que estaba trabajando con un material potencialmente molesto para el nacional catolicismo franquista. Por eso fue cauto y discreto trabajando en todas las fases del proceso de producción, aunque lo más interesante del caso es que no renunció a ninguna de las ideas que se había planteado desde el principio, no dejó de tratar ninguno de los temas que se había planteado, ni tampoco renunció a las imágenes que había ideado, enormemente potentes e impactantes como la cena de los mendigos.
P. ¿Es cierto que la película llegó al Festival de Canes sin que nadie del régimen la visionara?
R. No, no es cierto. La vio una comisión de la Dirección General de Cinematografía en Madrid, poco antes de que la película saliese hacia París para concluir su sonorización allí. Le dieron el visto bueno, y los materiales salieron rápidamente hacia Francia, porque, de todos modos, Buñuel no terminaba de fiarse y sabía que en cualquier momento podían bloquear la película.
P. ¿Cómo reacciona Buñuel a la prohibición de la película por el mismo gobierno que había promovido su rodaje?
R. A Buñuel no le sorprende en absoluto y aunque le apenan los problemas que podían derivarse de la prohibición, estaba satisfecho porque había hecho la película que quería y también porque había obtenido el máximo galardón en Cannes.
P. ¿Hay diferentes formas de ver Viridiana?
R. Por supuesto, como cualquier obra de arte. Pero, en este caso, Buñuel logra crear una pieza en la que pueden hacerse lecturas de todo tipo. Las claves para esas diferentes formas de ver Viridiana están muy bien planteadas en el capítulo escrito por Agustín Sánchez Vidal: desde un primer nivel, vinculado acertadamente con la esencia del realismo hispano y la picaresca, hasta otros accesos más complejos, propios del mundo de este cineasta, que van de la misa negra a la mesa negra.
P. Usted ha dicho que de Viridiana se repiten muchas leyendas. Díganos algunas.
R. En cuanto a las leyendas inciertas en torno a Viridiana merece la pena desmentir que nadie vio la película antes de salir de España, y sobre todo la idea de que Buñuel iba improvisando escenas e imágenes durante el rodaje. Todo estaba cuidadosa y perfectamente detallado en el guión técnico de Viridiana. Sólo los planos del crucifijo navaja fueron un añadido sobre los previstos en el guión, al encontrarse con un objeto que encajaba perfectamente con el espíritu de provocación visual que emanaba de toda la película.
P. Usted reconstruye el método de trabajo de Buñuel y las fuentes en las que bebió. ¿Qué es lo que más le ha sorprendido?
R. Buñuel siempre sorprende por el cuidado que presta a la escritura del guión y el cuidado con el que preparaba antes del rodaje cada una de sus secuencias. Si cabe, todavía más en esta película en la que podía rescatar muchos elementos que él sentía que formaban parte de la esencia de la cultura hispana, que siempre estuvo presente en su obra. Para eso bebió de fuentes de lo más diverso: desde el Lazarillo, Cervantes y Pérez Galdós, pasando por Velázquez, Valdés Leal, Zurbarán, Goya, Millet o Leonardo, y referentes iconográficos tan directos como el cuadro de Santa Viridiana Florentina de Echave el Viejo, que dio nombre a la película y generó la iconografía de la monja orante cargada de mística y erotismo, tal y como aparece en la película.
P. Dice usted que Viridiana fue el punto de partida de la transición cultural en España, que comenzó mucho antes que la transición política.
R. La idea de que la transición cultura se produce en España por estas fechas se desprende de cada uno de los capítulos de este libro, desde los que hablan de arquitectura o pintura a los que tratan temas como la música o la literatura. La calidad artística de Viridiana y los conflictos políticos que generó son una buena expresión de este proceso de cambio que se estaba produciendo en el país. No tanto en las esferas políticas, porque el régimen franquista estaba perpetuándose, cambiando sólo en apariencia. Se trataba de unos cambios afortunadamente más hondos. Viridiana puso en un aprieto a la España que se debatía entre lo que de verdad era y lo que quería aparentar, entre lo que podía ser y lo que le dejaban.
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Amparo Martínez Herranz (Zaragoza, 1966), coordinadora de la obra, es profesora titular de Historia del Cine y otros medios audiovisuales en el Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza. Ha investigado la arquitectura para el ocio, la historia del cine en Aragón, los vínculos entre cine y literatura y cine e historia, los orígenes del cine en España y los métodos y procesos creativos de Luis Buñuel. Entre sus trabajos dedicados a este cineasta se incluyen estudios sobre Gran Casino, El gran Calavera, Susana, Él, Nazarín o Un perro andaluz.
Pie de foto. El libro se presentó anoche en el Espacio UNE de la Librería Científica del CSIC (Duque de Medinaceli, 6). Intervinieron, además de la coordinadora Amparo Martínez Herranz (izqda): Pedro Rújula, director de Prensas de la Universidad de Zaragoza (en el centro); y José Luis García Sánchez, director de cine (dcha)